El lado oscuro de la fiesta.

Juan Kruz Lakasta. DNN.

Lo lógico sería responderle con más fiesta -que es lo que les duele- y no con menos -que es lo que buscan-. La fuerza está en la fiesta. Protesta sí, pero festiva. Vale más una colorida pancarta del tipo «Barcina, nos mola tu piscina» que mil pancartas negras.

Mejor con humor...

Ya falta menos. Ya tenemos cartel. La silueta simplificada de San Fermín bien podría ser la del Papa: no queda claro si anuncia los Sanfermines o las fiestas del Vaticano. La superposición de numerosas siluetas en varios colores le dan un toque psicodélico. El cartel, por lo tanto, refleja fielmente los Sanfermines cada vez más religiosos y lisérgicos que están consiguiendo nuestra primera edila y su equipo de gobierno. Cada vez más religiosos, porque están aumentando exponencialmente tanto las procesiones, misas y ofrendas florales en honor al santo apócrifo morenico, como el bombo -mediático e institucional, no peñero- que se les da. Cada vez más psicodélicos, porque últimamente se empeñan en brindarnos escenas alucinantes y alucinógenas: conciertos en vivo y en directo de Georgie Dann y Manolo Escobar o descripciones de la alcaldesa disfrazada de rastafari bailando con las peñas a la salida de los toros. No resulta fácil imaginarse a la primera edila en esa tesitura. No obstante, de hacerlo lo haría con La Jarana, cantando a voz en grito lo de «en Pamplona por San Fermín, que trabaje la Guardia Civil». Por supuesto, sin un ápice de ironía, en sentido estrictamente literal. Tras la operación contra los calderetes de fiestas de la Chantrea, lo mismo en Sanfermines organizan una redada contra los cubos de sangría o las magras con tomate. Todo muy gracioso, hasta que interviene la Audiencia Nacional. Judicialización de la fiesta. Que viene a ser lo mismo que joder la fiesta. Los autores de dos pancartas del año pasado han sido llamados a declarar en calidad de imputados. Las peñas debaten estos días cómo responder. Parece ser que se propone dejar en negro las pancartas. En mi opinión, sería un error. Me voy a poner maniqueo para que se me entienda mejor: se enfrentan las peñas y el Ayuntamiento, la fiesta y el autoritarismo, el yin y el yan. Dejar las pancartas en negro es dejarse arrastrar al lado oscuro de la fiesta, donde el Ayuntamiento gana fuerza y las peñas pierden apoyo popular. Si el gobierno municipal regionalista lleva años poniendo cada vez más trabas a las peñas, es porque no le gusta su manera de vivir la fiesta espontanea, popular, ajena a las pautas marcadas por el programa oficial. Lo lógico sería responderle con más fiesta -que es lo que les duele- y no con menos -que es lo que buscan-. La fuerza está en la fiesta. Protesta sí, pero festiva. Vale más una colorida pancarta del tipo «Barcina, nos mola tu piscina» que mil pancartas negras.

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